viernes, 6 de noviembre de 2009

CARACTERIZACIÓN DE LA COMUNICACIÓN EN LA COMUNIDAD INDIGENTE


Cuando el ser humano se enfrenta a situaciones extremas, esgrime gran capacidad de adaptación para afrontarlas y para crear las condiciones que le permitan moverse en el nuevo entorno de la manera más conveniente posible. Adopta un proceso de aclimatación a las condiciones físicas que debe sortear en su nuevo entorno: explorando y apropiándose de las características físicas del lugar, comprendiendo las formas de ser y de pensar de las personas con que le toca convivir e interpretando las costumbres, las tradiciones, la cultura y el lenguaje de su nueva comunidad (la subjetividad y el universo simbólico de los actores sociales con los que interactúa).

Este es el caso de comunidades que han tenido que afrontar catástrofes, épocas de violencia extrema, problemáticas sui géneris, encierro en prisión, como en el caso del hombre que, por diversos motivos se ve obligado a enfrentar la situación extrema de vivir, alimentarse y trabajar en la calle. Esta desgracia se hace más grave cuando va acompañada de situaciones como la drogadicción, el alcoholismo o delincuencia en cualquiera de sus formas. En experiencias como esta se deben conocer personas oriundas de las más diversas partes y costumbres, por cuanto las calles están plagadas de personas de diversos orígenes y formas de ser y estar en su territorio.

Es esta, entonces una de esas situaciones en las que se pone a prueba el grado de adaptación de que el hombre es capaz, su capacidad de asimilar costumbres y tradiciones, de comprender filosofías y lenguajes, etc. Y especialmente ejercita su capacidad para vincularse con sus congéneres llegando incluso a inventarse lenguajes o formas de expresión, a fin de unificar y homogenizar esa inmensa gama de dialectos e imaginarios que se presentan cuando las difíciles condiciones de vida en la calle obligan a convivir con personas de diversas cosmovisiones.

En situaciones extremas se vive una realidad comunicacional que, en el caso particular de la comunidad indigente, demuestra que la utilización de su forma particular de comunicación que es su jerga, consiste en un sistema alternativo de comunicación, por medio de la tradición oral, utilizando un lenguaje que es el resultado de la realidad social, cultural, política, económica y religiosa de los indigentes colombianos y que esta peculiar forma de lenguaje, utilizada por seres humanos, refleja el simbolismo y la cotidianidad de las relaciones socio-culturales de los grupos humanos vulnerables.

En la calle, así como en las cárceles y penitenciarías colombianas, la población menos favorecida ha moldeado una forma de comunicación originada en la tradición oral, en la que han influido varios factores como el deseo de no ser entendido por las autoridades o por los “indeseables”, el lenguaje geográfico o dialecto (las formas de hablar en las regiones con la influencia del clima, tradiciones y costumbres de cada localidad), la falta de estudio e ilustración académica de los actores sociales que han ayudado a generarla, la costumbre de utilizar una forma de comunicación diferente o “novedosa” por motivos de “status”.

Esta forma de hablar de indigentes y presos colombianos conocida como “Jerga Carcelaria” ha sido objeto de estudio por académicos de la lengua, periodistas y magistrados judiciales para establecer ciertas características que sólo involucran el interés por conocer, en cada caso, una desfiguración de la lengua castellana, un tema informativo para satisfacer la curiosidad de la opinión pública o como el estudio del “lenguaje oscuro” utilizado por lo que peyorativamente se ha denominado “el hampa”, pero que nunca ha sido pensado o mirado desde dentro, desde el punto de vista lingüístico y de la producción cultural de una comunidad extraída de la sociedad colombiana, como una forma alternativa de comunicación social.

Para mostrar a la sociedad en general este particular modo de comunicación oral se debe profundizar en el origen, crecimiento y uso actual de esta forma de comunicarse, vista como la tradición oral impuesta por la misma evolución socio-cultural de la gente conocida como “de la calle”, donde las diferentes culturas han moldeado no sólo la forma de hablar, sino también los simbolismos que hoy se usan por la población indigente del país; teniendo en cuenta, que el uso de los términos que conforman este tipo de jerga no sólo es exclusivo de indigentes de nuestro país, sino que es de cotidiana usanza por parte de las variadas clases sociales en entornos específicos.

Esta jerga no es una forma particular de comunicación, un nuevo lenguaje o un leguaje paralelo producto de la ignorancia o el supuesto ocio; al contrario, es fruto del pensamiento y la necesidad de estos colectivos sociales de constituir su propio entorno social y cultural con características y elementos autóctonos que le dan su identidad, siendo indispensable la consolidación de una particular forma de comunicación en las calles colombianas, donde emerge como propuesta alternativa, el uso de un sinnúmero de vocablos y expresiones de la tradición oral callejera, donde se vive una realidad distinta a la de la sociedad en general.

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