lunes, 16 de noviembre de 2009

21 días en la indigencia


Esta es una investigación periodística hecha en video por Samantha Villar periodista Española quien se atrevió a vivir como indigente durante 21 días y que en su documento nos muestra gran parte de la verdad sobre la vida en la indigencia, es una reflexión que nos serviría a quienes ignoramos el pensar, el vivir y el sentir de estos seres humanos que tienen la misma necesidad que las personas que vivimos en mejores condiciones, pero que para ellos su situación de vida es mucho mas complicada pues son vulnerados muchos de sus derechos como humanos, además esta reflexión nos hace tomar conciencia de la situación real de estas personas y de la posición que ocupan ellos en la sociedad, para de esta manera sensibilizar a la gente del común en un tema que no podemos ignorar y muchas veces dejar pasar desapercibido, olvidando que ante todo somos seres humanos de carne y hueso solo que unos mas afortunados que otros.

Sigue estos enlaces para que puedas ver el documental completo.

http://www.youtube.com/watch?v=a1sWad7OMPM
http://www.youtube.com/watch?v=EjY_h2KAIiQ
http://www.youtube.com/watch?v=uvvxRhl9AH4
http://www.youtube.com/watch?v=L-7rAIn5e_U
http://www.youtube.com/watch?v=yvUwpOj32Gs
http://www.youtube.com/watch?v=y2VoRktlAjs







viernes, 6 de noviembre de 2009

INTRODUCCION


La vida del hombre contemporáneo en nuestro país está llena de características que la hacen muy especial, si se compara con la vida del hombre colombiano en otras épocas de la vida nacional. Se trata de una condición de modernidad en un país donde diversos fenómenos sociales contribuyen a que la actual circunstancia del país sea socialmente precaria, pues la irresponsabilidad con que los gobernantes han manejado al país en el pasado; la violencia se convierte en paisaje, el hambre y la desigualdad social generan exclusión y concentración de la riqueza en pocas manos. Así mismo, la vida del hombre contemporáneo se ve afectada por la “nueva cultura” de la comunicación social, ya que el hombre y su vida social constantemente se ven en su intimidad y en su vida colectiva, mientras la comunicación cada vez más contribuye y se compromete con la educación.

“Es muy posible que nunca como ahora el hombre haya adquirido tan enorme cantidad de conocimientos; pero también es probable que nunca haya estado tan solo; que nunca haya estado más a la intemperie”. La comunicación social ha dado al hombre un nuevo lenguaje, influye en la persona y en su grupo social, creando una nueva forma de expresión, ya que su influencia es determinante en el pensamiento humano en la actualidad, pero mientras se avanza en términos de la globalización de las comunicaciones, persisten fenómenos que hacen que la mayoría de las personas sean excluidas o se autoexcluyan de los progresos de la humanidad en este sentido. Es el caso de la comunidad indigente a la que poco o nada le interesan o favorecen el desarrollo de la comunicación y su gran influencia en la educación de comunidades.

En un mundo globalizado, el hombre de la calle cargado de necesidades, poco o nada espera de los progresos de la sociedad, incluso se muestra totalmente ajeno a lo que sucede en los niveles más altos de la comunidad mundial. No es de extrañar que a quienes conocemos como “indigentes”, la vida, la experiencia y la falta de oportunidades les determine a relacionarse directamente con las basuras. Este fenómeno producto del desarrollo y progreso de la humanidad, consecuencia obligada del consumismo capitalista es una realidad que necesariamente se relaciona con las personas de la calle. Y es que las basuras son el otro habitante callejero con el cual el indigente tiene que ver a diario en todos los aspectos de su cotidianidad pues de ella se alimenta, subsiste y devenga lo poco que destina a su sostenimiento y el de sus familiares (cuando puede hacerlo).

LA PROBLEMÁTICA DEL HOMBRE DE LA CALLE


Para hablar de comunicación social debemos de hablar de las posibilidades comunicativas con que la naturaleza ha dotado al ser humano, de las formas y modos como el ser humano se ha comunicado con sus congéneres a través de la historia, así como de los aparatos y grandes instrumentos dedicados a la comunicación masiva creados y desarrollados por el hombre con base en las nuevas tecnologías. También podríamos denominar los medios masivos de comunicación como la radio, la prensa escrita, la televisión y la publicidad, como medios masivos que no permiten que la opinión del receptor de sus mensajes aparezca y determine los mensajes emitidos, ya que su influencia va en una vía, y no dejan oportunidad a la audiencia de tener una retroalimentación. La gente en su mayoría oye más de lo que ve; ve más de lo que lee; lee más de lo que escribe.

Otro elemento que abarca o se apoderado de la sociedad del siglo XXI es la globalización económica, con sus grandes redes de medios de comunicación satelitales apadrinados por poderosos consorcios económicos norteamericanos, europeos y asiáticos, que buscan el consumo por medio de la atracción mediática, llegando tanto a pobres como a ricos, pero principalmente a la gente con poder adquisitivo, joven y adulta, donde la masa indigente es tan indiferente a este cambio, como el cambio en si mismo lo es a ella. Pareciera que en su afán de progreso, el consumismo no apuntara a la igualdad social y que los medios y aparatos inventados para globalizar al mundo olvidaran que existen personas que no acceden a ellos por simple falta de posibilidades y de interés en ellos.

El surgimiento de medios con función participativa, educando en la “percepción crítica”, medios grupales que van creando un ambiente de la vivencia de la comunicación por parte de comunidades vulnerables son prácticas positivas nacidas en América Latina, donde la comunicación grupal y el uso de audiovisuales, contribuyen a masificar las experiencias en educación formal, a distancia y diferentes iniciativas pastorales muy valiosas. La Educación Popular, encabezada por Paulo Freire, el movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano, la Teología de la Liberación, la lucha por un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación fueron, más que discursos, prácticas que nutrieron reflexiones y quehaceres en torno al binomio Comunicación / Educación.

No obstante estás prácticas, experiencias y esfuerzos por popularizar el progreso comunicacional que parece diseñado para las élites, aún no toca, ni mira hacia las clases sociales definitivamente por fuera de la sociedad, mucho más debajo de las menos favorecidas, evidentemente vulnerables, como la comunidad indigente.

POSIBLES CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA INDIGENCIA


Se entiende como indigencia al ingreso insuficiente, aun respecto a alimentos únicamente, para cubrir una canasta básica de alimentos para un individuo o un hogar. El concepto de “línea de indigencia” procura establecer si los hogares cuentan con ingresos suficientes como para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades. De esta manera, los hogares que no cuentan con ingresos suficientes para adquirir esa canasta son considerados indigentes. La Canasta Básica de Alimentos se determina en función de los hábitos de consumo de la población y de los requerimientos normativos kilocalóricos y proteicos. Una vez establecidos los componentes de la CBA se los valoriza con los precios relevados por un Índice de Precios al Consumo. El valor de la CBA es la Línea de Indigencia. Así mismo, se puede considerar que las personas cuyos recursos son iguales o inferiores al salario mínimo son indigentes pero en diferente medida, pues las necesidades que no son satisfechas de forma total y eficiente, son problemas solucionados a medias.

La indigencia motivada por diversos agentes como: la inequidad social, la violencia intrafamiliar, el desplazamiento forzoso, la drogadicción, el abuso infantil etc.; es en principio, un atentado contra la dignidad humana, del cual somos culpables: La Sociedad, el Estado, la Iglesia y la institución familiar, que se encuentra en un proceso de degradación moral y ética. Luego de un tiempo, el "Habitante de calle" va desarrollando una relación sadomasoquista con esa sociedad que lo segrega, enfrentándose a las normas establecidas que transgrede con una actitud intimidante, en retaliación contra la discriminación de que es objeto; al tiempo que se regodea en su papel de víctima, propiciando la compasión hipócrita, representada en limosnas y en acciones estatales, paternalistas, de las que se beneficia impunemente.

Esta situación donde se es indigente por falta de equidad social, por la indiferencia y el capitalismo que revierte sus consecuencias en “compromiso” de “apoyar” mediante la limosna motivada por el miedo y la compasión excesiva, hacen de la indigencia un grave problema a atender so pena de que se convierta en otra característica globalizada de nuestra vida contemporánea. Por eso es imperativo devolverle la dignidad, al "Habitante de calle", reconociéndolo como individuo de plenos derechos y deberes, que puede disfrutar de las garantías a que tienen acceso todos los ciudadanos, pero también sujeto a las normas establecidas; y mediante un acompañamiento integral -salud, educación, techo, capacitación laboral-, ayudarle a entender, que él es el único responsable de su destino, y dueño o víctima, de su futuro. No es cuestión darle el pescado y enseñarle a pescar; es más importante, aún, ayudarle a fabricar su propia vara de pescar.

ANTECEDENTES DE LA SITUACIÓN DE LA INDIGENCIA EN COLOMBIA Y SU CONTRIBUCIÓN AL MEDIO AMBIENTE


Una de las realidades más ligadas al modernismo consiste en que la situación social de los estratos o clases menos favorecidas es inversamente proporcional al desarrollo de la sociedad. Es que las sociedades modernas, entre más progreso científico y tecnológico desarrollan, mayor cantidad de desperdicios generan. Esta situación constituye un contrasentido que plantea un gran interrogante, ya que las implicaciones de este fenómeno van más allá de un simple problema estético, abarcando diversos aspectos de la vida en comunidad como la salud pública, la planificación industrial, y lo que es más grave, la calidad del medio ambiente.

El problema de las basuras adquiere dimensiones dramáticas principalmente en las ciudades, por converger en ellas grandes concentraciones de población, así como los procesos de industrialización y consumo; es por ello que la generación de basuras es un indicativo de una sociedad deficiente en la utilización plena de sus recursos, posibilidades e inteligencia, porque las mismas fuentes productoras de desperdicios manejan inadecuadamente el desperdicio que producen, lo que supone inexistencia de formas apropiadas de información, educación y disposición final de desperdicios, que orienten y controlen a la población frente a esta situación. De acuerdo con esto, no es extraño que en torno al fenómeno de las basuras surjan otros, como el de la recolección, los basureros públicos, el reciclaje y el de las personas que, a pesar de su situación de indigencia, sobreviven.

¿INDIGENTES, BASURIEGOS O RECICLADORES?


Por tratarse de personas que no cuentan con ingresos suficientes para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas, esta es una de las comunidades más marginada dentro de los sectores marginados, es el de aquellos que por distintas circunstancias viven de escarbar en las basuras. Estas personas son comúnmente denominadas por el grueso de la sociedad con términos como indigentes o basuriegos, términos peyorativos que conllevan una alta dosis de desprecio y que los coloca en la misma condición del material que trabajan: las basuras. Este grupo humano es el resultado de factores que confluyen en un país como el nuestro: los mencionados procesos de industrialización y desarrollo, la creciente migración de familias desplazadas del campo a la ciudad que engrosan los cinturones de miseria y que al no encontrar otras alternativas de sostenimiento, se dedican a la economía del rebusque en los basureros, rellenos sanitarios, ríos, calles y canecas; otras razones por las que algunas personas llegan a esta condición son la desintegración del núcleo familiar y la drogadicción.

En los últimos tiempos se ha producido un cambio de mentalidad y de tratamiento del problema de las basuras, cambio de mentalidad y de tratamiento que implica también transforma la visión que tenemos del trabajador de los desperdicios; pues de ser un material sin ningún valor, las basuras pasan a ser fuente de producción de excedentes económicos y de riqueza, de las cuales se obtienen beneficios para la misma industria que las producen, para la economía y para miles de familias que sólo encuentran en ellas una posibilidad de obtener ingresos. Gracias a este cambio de mentalidad y actitud, se ve otros ojos la labor que esta comunidad ha desempeñado trabajando con los desechos de los demás. Ahora ya no se les trata de basuriegos, sino de recicladores, reconociendo que ejercen una actividad de utilidad social. Pero este reconocimiento no se da en todas las esferas de la sociedad, tratándose del cambio de postura de algunas entidades y grupos que distan mucho de significar una actitud general del Estado y sus asociados. Lo peor es que entre los mismos trabajadores de las basuras, existen distintas valoraciones de su propio quehacer, desde las más despectivas hasta quienes reivindican su labor como altamente importante para la sociedad moderna.

En el país existen programas de reciclaje, cooperativas y precooperativas en proceso de formación, sin embargo, el número de afiliados es todavía pequeño, aunque puede decirse que la organización de los recicladores ha logrado consolidarse en los últimos años y se encuentra en proceso de expansión, por otra parte, existen recuperadores independientes, de los cuales algunos desarrollan su labor desorganizadamente y sin objetivos planificados, dedicándose sencillamente a recuperar de las basuras lo que consideran de valor, desechando el resto del contenido de bolsas y canecas, generalmente sin tener el cuidado de disponer los desperdicios de la forma más conveniente tanto por estética como para la conservación del medio ambiente

OFICIO MARGINAL


En general el reciclador es una persona que comienza a trabajar en este oficio desde muy corta edad, muchos crecen entre un carro de recolección y cumplen desde la más tierna edad las mismas jornadas de trabajo que realizan sus padres. Aunque no existen estudios precisos sobre el promedio de vida de los recuperadores de basuras, es posible afirmar que su envejecimiento es prematuro, entre otros factores por el desgaste físico que implica su labor y por las condiciones personales y ambientales en que debe realizarla. Por lo regular el reciclador realiza un recorrido de 10 horas diarias, de las cuales un poco más de dos horas se le van al inicio de la jornada empujando el carro desocupado que de todas maneras tiene un peso considerable, debiendo empujar el carro lleno y pesado el resto de las 8 horas.

El trabajo realizado por los recicladores es, desde distintos ángulos, una labor marginal, ya que legal, social, económica y culturalmente los trabajadores de la basura están en la picota pública. Esta actividad era desarrollada hasta hace muy poco, sin ningún respaldo de las empresas privadas o públicas sin reconocimiento de un sistema general de recolección y sin aceptación por parte de la normas legales vigentes. Las Disposiciones Sanitarias sobre Basuras prohíben extraer objetos de los recipientes de recolección e disponiendo sanciones a quienes infrinjan estas normas. También estas disposiciones indican la obligación de recoger inmediatamente las basuras en caso de esparcimiento durante el proceso de recolección. Así que el recuperador al buscar sus materiales, regar la basura y no recogerla nuevamente, está infringiendo la ley.

Además desde el punto de vista legal, la recolección de basuras es competencia de los servicios públicos, prestados por entes municipales o por empresas privadas autorizadas para tal fin. En ocasiones se presentan enfrentamientos entre los recicladores y los recolectores de empresas públicas y privadas. Estos enfrentamientos tienen por origen regularmente, la pelea por el "botín", en donde unos y otros buscan los beneficios económicos. La policía también contribuye a hostilizar a los recuperadores de basuras pues continuamente los asedia, obligándolos a suspender sus labores, les decomisa sus carros e incluso hasta se los queman o destruyen. En suma, la labor del recuperador, especialmente la que se realiza en la vía pública, está por fuera de la ley, formalmente prohibida tanto por las disposiciones de higiene y saneamiento ambiental, como por las de la policía y las de orden municipal.

Ocuparse de las basuras en las condiciones en que lo hacen los recicladores es sinónimo de indigencia o pobreza absoluta. La mayor parte son habitantes de tugurios, de invasiones o que carecen de vivienda conviviendo en ambientes deteriorados, por lo regular analfabetas o con muy baja preparación. Usualmente el recuperador es asociado con delincuencia y drogadicción, aunque este tipo de problemas se da en algunos recicladores, lo que no debe constituirse en una generalización pues, el gremio de los recicladores no es homogéneo y allí existen diferencias sustanciales en cuanto a su origen, tradición, profesionalismo, condiciones de vida y aspectos culturales. Lo que ocurre es que por las condiciones de vida del reciclador y por el medio en que obtiene y comercia los materiales que recupera, siempre es vinculado a otros grupos marginales. El rechazo social hacia los recicladores es tan profundo, que contra ellos se han provocado actos violentos y accidentes, que le han costado la vida a personas dedicadas a esta actividad. Han sido víctimas de las famosas "labores de limpieza" organizadas por escuadrones de la muerte, justicieros privados, bandas de asesinos en algunos casos amparados por instituciones legales.

Al ser de un estrato que no satisface las demandas básicas de sobrevivencia, al reciclador se le facilita la explotación del trabajo marginal, porque un esfuerzo tan agotador beneficia en mayor grado a los intermediarios subsidiando al industrial que reprocesa los materiales reciclados. El reciclador abarata parte de los insumos para la industria, con alto costo humano no reconocido por la sociedad. La participación en la vida pública de los recicladores es prácticamente nula, e injustamente muchos sectores los señalan como la escoria de la sociedad, lumpen por el cual no vale la pena hacer el menor esfuerzo de reinserción o mejoramiento de sus condiciones de vida. El mayor riesgo del trabajo marginal del reciclador es convertirse él mismo en una basura más, humana y socialmente hablando. Sólo una profunda dignidad personal le permite soportar esas condiciones de sobrevivencia por debajo de las mínimas que puede pedir cualquier ser humano. No obstante, es posible hablar de una cultura en la que existen valores propios, un lenguaje particular, formas de ver y expresar el mundo, y en donde es posible decantar y afianzar esa cultura en beneficio de los recicladores, con tan sólo lograr unos cuantos puntos de apoyo en el resto de la sociedad.